viernes, 20 de febrero de 2015

III. Aportación propia.

Por el idioma español, el idioma más bello que el mundo nos ha regalado, la lengua de las lenguas, la más importante de las formas de comunicación verbal y escrita que existen. El español, nacido de los aires occidentales de la Vieja Europa, ha sabido con maestría y en honor a su hermosura asentarse a lo largo y ancho de todo el orbe. Presente en Europa, en América, Asia, África, imposible no ser majestuoso al haber sido el vehículo, la esencia, la misma y más pura sustancia de nuestra ejemplar y dignísima nación española. Porque sólo las grandes cosas, los grandes valores y los altísimos propósitos son despreciados por la envidia, la ignorancia y el patetismo de las gentes que no saben estar a la altura de las más puras verdades. Y quien dice odiar a España -que no hace más que odiarse así mismo en un ejercicio de auténtico masoquismo-, y por ende a su rica lengua autóctona, no podrá jamás derrumbar el muro del mejor espíritu que Dios ha creado mientras sigan existiendo personas que sigan creyendo fielmente en lo que de verdad importa. Deplorables independentistas catalanes, vascos y demás, sectarios a más no poder, llevan siglos intentando destruir lo indestructible. Y pongo y deseo seguir poniendo la mano en el fuego a que nunca, JAMÁS, lo conseguirán. No mientras un puñado de personas rectas continuemos luchando contra ello. Nunca lo consentiremos.

Que viva España y su sublime lengua, la lengua de Cervantes. ¡Qué viva!

miércoles, 18 de febrero de 2015

España es mucho más que un espacio geográfico. Mucho más que eso.

''.... su caso (el de España) es análogo al de Francia, Italia

Alemania, cuyas piezas también se han descompuesto y 

recompuesto a lo largo de siglos y milenios sin perjuicio de su 

unidad fundamental. Para interpretar correctamente este 

fenómeno hay que desligarse de la tradición romántico-liberal de la 

identificación de nación y Estado. España es mucho más

antigua que el Estado español".



Antonio Domínguez Ortiz, historiador. 


miércoles, 4 de febrero de 2015

Vivo reflejo de la sabiduría del ilustre Ortega y Gasset. Grande.

Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón, quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi Patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves que descubrieron el Occidente; quiero ser de toda esta tierra, que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. Y tenedlo entendido de ahora para siempre: yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la república, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatrada ESPAÑA.


martes, 3 de febrero de 2015

Eterna.

Lo que está claro es que lo español, la hispanidad, el espíritu nacional, es digno hijo de Occidente y el Cristianismo. Último suspiro de poniente que fija su mirar más allá de las aguas atlánticas, primer gran guía de los navíos que han forjado nuestra principal civilización, el continente europeo. Madre de naciones, matriarca del orbe entero, su interior todavía se haya perdido en el confín de los tiempos, en los lejanos y misteriosos albores del mundo que, tras infinidad de idas y venidas, de épocas de serenidad y de continuos trompicones, de paz eterna y excitantes sobresaltos, nos envuelve en el día de hoy en nuevos universos de claroscuros, sombras impactantes y luces destellantes. Pero es en el mundo de hoy en el mundo en el que, tras milenaria trayectoria histórica, la nación de naciones, todavía acosada por sus terribles adversarios, continúa firme en pie, viento en popa a toda vela, si me permite licencia Espronceda. Un mundo de relativismo e incertidumbre, pero en el que todavía la esencia indestructible del alma genuinamente española continúa presente en el interior de un sinnúmero de corazones anónimos, unidos todos ellos en una maravillosa universalidad, que conecta la libertad individual con la conciencia colectiva como pueblo de la nación triunfadora de Occidente. Plus ultra, querida España. Más allá de todo mal, sobre ti descansa la verdadera grandeza. Viva.